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Mónica Del Valle

" Cuando la comida es más... "


Dice Geneen Roth en su inspirador libro Cuando la comida es más que comida: “Las mujeres recurren a la comida aunque no tengan hambre porque están hambrientas de algo que no saben qué es: la conexión con lo que está más allá de las preocupaciones de la vida cotidiana. Algo imperecedero, sagrado. Pero sustituir el anhelo de la conexión divina con Oreos con relleno doble es como darle un vaso de arena a una persona que se muere de sed. Le dará más sed, más pánico. Combina la gran ineficacia de hacer dieta con la falta de conciencia espiritual y tendrás generaciones de mujeres locas, hambrientas y que se desprecian. Estamos tan obsesionadas con acabar con nuestras obsesiones, con deshacernos de nuestro sufrimiento y desoír lo que éste nos está queriendo trasmitir que extraviamos partes de nosotras mismas con la esperanza de que nos encuentren debajo de ellas. Pero corregir cosas no significa que seamos nosotras mismas. La verdadera riqueza de la obsesión reside en la inefable serenidad, en la compleción irrefutable, que descubrimos cuando recurrimos a su fuente.” Como ya he apuntado en otras ocasiones, no se trata de lo que parece que se trata… escuchemos en un nivel más profundo, vayamos a la fuente y dialoguemos con lo que se está queriendo expresar.

La misma autora continúa más adelante: “Comer de forma compulsiva es un intento de evitar la ausencia (de amor, de consuelo, de saber lo que has de hacer) cuando nos hallamos en el desierto de un momento, sentimiento o situación en concreto. En el proceso de resistirnos al vacío, en el acto de alejarnos de nuestros sentimientos, de intentar una y otra vez esos mismos diez, veinticinco o cuarenta kilos, nos olvidamos de lo que realmente podría transformarnos. Pero cuando aceptamos lo que más deseamos evitar, evocamos algo en nosotras que no es producto de nuestra imaginación, que no está atrapado en el pasado, que no es una imagen antigua de nosotras mismas. Evocamos la propia divinidad. Y de este modo podemos recoger el vacío, las viejas heridas y el miedo en nuestras manos juntas en forma de cuenco y contemplar la ausencia de nuestros corazones.”

Por favor, permítete leer esta entrada al menos dos veces y reflexiona sobre ella… ¿te ves reflejada en esas palabras?

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