Mañana es 30 de abril, y al menos en México, es Día del Niño, y es un buen momento para comunicarte y sanar a tu niña interior.
Todas tenemos una niña en nuestro interior. No importa qué edad tengas ni si eres la presidente de un país, dentro de ti vive una pequeña que se enfrentó a la vida desde su visión y con las herramientas que tenía en ese entonces.
Quizás sufrió algún trauma o a lo mejor fue muy criticada por querer hacer las cosas de un modo distinto que el de sus padres. Eso no importa, ya fue, y hasta ahora es imposible viajar al pasado para modificar los hechos.
Sin embargo, muchos de los miedos, manías o inseguridades que puedas tener, provienen de cómo se siente esa pequeña.
Vamos a poner un ejemplo, para que me explique mejor. Si a mí de chiquita me mordió un perro, es lógico que les tenga miedo, porque la mordida me dolió. Sin embargo, al ir creciendo, si no sano esa herida, voy a ir por la vida con temor a cualquier perro, aún los más chicos.
Y entonces, en cuanto me topo con uno de ellos, sudo, me paralizo y quizás hasta me eche a correr, aún y cuando el perro ni siquiera me haya visto.
Ese miedo irracional es la herida que mi niña interior no ha podido sanar. ¿Y cómo puedo sanarla? Haciendo que mi yo adulto le explique a mi niña que todo está bien, que no tiene que seguir temiendo, que ahí está ella para protegerla, que se puede acercar sin ningún temor. Todo esto lo tengo que hacer de una manera amorosa, sin juzgarla.
Aclaro, si te topas con un perro furioso que en verdad te está amenazando, ahí sí te conviene alejarte; el peligro es real y tampoco se trata de exponerte en aras de sanar a tu niña interior, porque obtendrás el efecto contrario, además de un par de mordidas.
¿Por qué es importante mi niña interior?
Como ya te he platicado anteriormente, los adultos nos convertimos en unas personas muy serias que enfrentan la vida con total responsabilidad, y está bien, después de todo nuestro trabajo necesita de profesionalismo, educar a nuestros hijos, pagar las cuentas, comprometerse con la comunidad requiere de madurez para afrontar los retos.
El problema surge cuando, en ese afán de querer ser perfectamente maduros, le negamos su espacio a nuestro niño interior y no lo dejamos “salir a jugar”, por decirlo de una manera.
Tu niña interior es la responsable de ponerle chispa a tu vida. Te permite ser imaginativa, aplicar tu creatividad y disfrutar de las cosas más pequeñas e insignificantes de la vida, como podría ser salir a tomar un helado.
Al dejarla salir a jugar te permites ser más espontánea y creativa. Y cuando hablo de creatividad no me refiero sólo a los artistas, pintores, actores, escritores; que sin duda hacen uso de ella al crear sus obras. No, creatividad también es hacer cosas cotidianas saliéndote del molde, de la rutina, de “la forma correcta”. ¿Cuántas mejoras no se han hecho en los trabajos sólo porque alguien decidió ser creativa?
¿Y cómo puedes sanarla?
Lo primordial es que te comuniques con ella. Si ha pasado mucho tiempo sin que le hayas prestado atención, con seguridad se mostrará reticente a hablarte, pero eso no debe desanimarte. Tú insístele, y cuando vea que va en serio eso de querer hablar con ella, se acercará a ti.
Antes de darte el método para hacerlo, quiero recalcarte la importancia de que tu acercamiento sea a través del amor y la comprensión, haciéndole sentir que la quieres, que te importa y que ya no deseas que cargue con esas heridas que tiene.
Ahora sí, vamos con el método. Siendo congruente con mi niña interior, te digo que este método es una sugerencia. No es receta de cocina que tengas que seguir al pie de la letra. Quizás haya algo que desees omitir o agregar, no importa, sigue a tu corazón.
Te recomiendo que tengas a la mano una caja de pañuelos desechables para que no tengas que interrumpir el ejercicio. Puede que los uses, puede que no, ambas reacciones son correctas, recuerda que no estás mal por reaccionar de una u otra forma.
Siéntate en silencio y cierra los ojos. Visualízate cuando eras niña, no sé, 5, 6, 7 años y obsérvate. ¿Qué estás haciendo? ¿Cómo te ves, eres feliz, o por el contrario, infeliz? Mírala como si estuvieras viendo a cualquier niña jugar. Si te cuesta trabajo visualizarte, Louis Hay recomienda que busques una foto tuya de cuando eras niña y te quedes con esa imagen en tu mente.
Ahora acércate y ponte a su altura. Si tenías un apodo o nombre de cariño con el que te llamaban, úsalo para llamarla. Una vez que tengas su atención dile “Deseo hablar contigo. Quiero verte y deseo amarte”. Como te dije un poco más arriba, si han pasado muchos años sin que le hayas prestado atención es posible que al principio te ignore, pero no desistas. Sigue expresando tu deseo de comunicarte con ella. Espera a que te dé su aprobación. Podrá ser con leve asentimiento de cabeza, con un simple sí o con una frase más elaborada, no lo sé, pero tú sí, ya que quién mejor que tú para conocerte.
La primera vez que hables con ella es buena idea comenzar pidiendo disculpas. Dile cuánto lamentas haberla dejado en silencio, ignorando su presencia, pero que quieres compensar el tiempo perdido. Pregúntale qué puedes hacer tú para que ella se sienta feliz; pregúntale por sus miedos y por lo que espera de esta nueva relación.
Como con cualquier niño, al principio haz preguntas sencillas, de preferencia que se puedan responder con un sí o un no. Poco a poco, obtendrás respuestas, y conforme te vaya teniendo confianza podrás hacer preguntas más profundas. Si te has ganado su confianza, seguro se volverá más parlanchina ¿Qué tan parlanchina? Tanto como lo eres ahora.
Así habrás comenzado a comunicarte con tu niña interior. Busca darte un espacio para hacerlo, de preferencia cada día, pero si el estrés de tu vida no te lo permite, hazlo al menos una vez a la semana. No te apures, al cabo del tiempo tu niña te enseñará a no tomarte las cosas tan en serio y anhelarás el encuentro diario.
Y una mañana despertarás más contenta y relajada y le preguntarás “¿Qué te gustaría que hiciéramos hoy?”
Ahora les va un reto: Si te gustaría que hiciera este ejercicio como un audio de meditación guiada, dale un like a la publicación y déjame un comentario (aunque sea un “sí quiero”). Si llegamos a los 100 comentarios yo me comprometo a hacerla. Ustedes mandan.
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