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¿Qué aprendiste de la cuarentena?


Todo parece indicar que estamos acercándonos al final de la cuarentena aquí en México. No se trata del fin de la epidemia, ni de que debamos relajar la lucha y los cuidados que hemos tenido en estos últimos tres meses, pero al menos ya se empieza a abrir la economía, y con ella, la esperanza de poder volver a salir de nuestro encierro.

Sin embargo, queda mucho por hacer, y si no queremos tener que volver a guardarnos en casa por otros tres meses, deberemos ser cuidadosos y minimizar, en la medida de nuestras posibilidades, las salidas.

A mediados de abril circuló por las redes el siguiente post:



Y de inmediato causó reacciones diversas, según lo que significaba para cada grupo de personas y cómo se sentían aludidos.

En primer lugar, estaban los que lo tomaron como un reto. Se sentían motivados y muchos se hicieron propósitos. Algunos los cumplieron, otros quedaron en camino. De cualquier manera, veían en el mensaje palabras inspiradoras para ser mejores, e incluso, hasta para ser optimistas.

El segundo grupo estaba compuesto por aquellas personas que se sintieron, no sé si abrumadas o sólo resentidas hacia un mensaje que percibían agresivo. De inmediato se prendieron sus alarmas, y al grito de “No es a fuerza tener que aprender algo”, mostraron su inconformidad.

Para ellos no estabas mal si no adquirías nuevos conocimientos. Y en esencia tienen razón. Cada quien ha enfrentado los retos que la cuarentena nos puso delante, nos impuso, dirían algunos, de la mejor forma en que ha podido. Es por esto que hasta podría darles la razón, si no fuera porque el mensaje no iba dirigido a ellos.

Si lo vuelves a leer con atención verás que, en ninguna parte, te obliga a leer un libro, montar un negocio o adquirir alguna habilidad o conocimiento nuevo. Simplemente dice que, si antes de la cuarentena, tu excusa para no hacer algo era la falta de tiempo, ahora que lo tuviste de sobra, esa excusa ya no es válida, y debes hacerte consciente y responsabilizarte de que, en realidad, te falta disciplina.

¿Cuántas veces no has escuchado el “me gustaría hacer tal o cual cosa, pero no tengo tiempo”? Quizás en más de una ocasión tú lo has dicho.

Y es que el tiempo, o la falta de él, mejor dicho, es una excelente excusa para no hacer las tareas que, o bien no queremos hacer, o bien, no estamos dispuestas a asumir el compromiso y la disciplina necesarias para lograr nuestros objetivos.

Y tú ¿qué objetivos has pospuesto, argumentando falta de tiempo?


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