El tema del apetito es apasionante. En PsicoNutrición México nos encanta, tanto en su sentido literal como cuando lo vemos como una puerta de entrada a otros aspectos de nuestra vida. Compartido por Emily Rosen, IPE. Traducido y adaptado por Mónica del Valle Pérez
Hay mucha gente que, de hecho, olvida amar su apetito y agradecerle que exista. Pareciera que hoy en día para muchas personas el apetito es algo contra lo que tendemos a luchar. Y como no le damos mucho amor, es difícil que el apetito nos ame de regreso.
Por eso en el blog de hoy ahondaremos en el tema del apetito.
El objetivo es que tengas más poder e información acerca de esta función natural y necesaria de la fisiología humana. Con la ayuda de algunas distinciones sencillas sobre la nutrición de cuerpo y mente, y con una comprensión más profunda, vas a aprender a dominar este aspecto de la alimentación y la nutrición.
Entremos en materia.
Si eres del tipo de personas que pasa cada momento de su vida peleándose con su apetito, combatiéndolo, maldiciéndolo, tratando de controlarlo, enojándose con él, o creyendo que el apetito es su problema, entonces tenemos que hacer una intervención intelectual inmediatamente. ¡Detente. Vas hacia un callejón sin salida!
De hecho, puedo apostar que en lo relativo a comer en exceso, comer compulsivamente, a problemas de peso, y cualquier reto alimentario no deseado, tu estrategia de lucha, casi con certeza, ha sido ineficaz.
Luchar contra el apetito o intentar controlarlo sólo puede durar por un período muy corto de tiempo. Pero después las necesidades naturales del cuerpo emergen de nuevo.
Sólo se puede contener la respiración por cierto tiempo. Poder contener la respiración durante tres o cuatro o cinco minutos, no significa nada. Finalmente, la necesidad que tiene cuerpo de oxígeno y de respirar es más fuerte que cualquier otra estrategia que pudiéramos probar.
Aquí está lo que nos gustaría que comprendieras en un nivel profundo de tu ser:
• El Apetito es natural
• El Apetito es tu amigo
• El Apetito no es algo que hay que vencer o dominar
Aquí te damos algunos datos interesantes de la ciencia Mente-Cuerpo sobre el apetito:
En el momento en que luchas contra tu apetito, en el momento en que crees que es el enemigo, en el momento que intentas controlarlo artificialmente limitando la cantidad de alimentos que ingieres o no le das a tu cuerpo la nutrición que realmente necesita, entras en una respuesta fisiológica de estrés. Y ya hemos hablado de lo que esto significa.
El cerebro y el cuerpo entran, literalmente, en la modalidad de supervivencia. El cerebro registra que no hay nada que lo nutra y piensa que se está muriendo de hambre. La prioridad del cerebro es mantenernos con vida. Y entonces nuestro apetito grita más fuerte, porque está diseñado para recordarnos que tenemos que comer… que para vivir necesitamos comer.
Si esta alarma fisiológica no existiera, con toda facilidad nos olvidaríamos de comer y moriríamos. Es por ello que, con gran sabiduría y compasión, la naturaleza nos ha dotado de la capacidad de disfrutar los sabores y de desear comer.
Esa es la belleza de nuestra naturaleza… hay un flujo natural en el apetito. Tiene sus propios ritmos y fluctuaciones, como cualquier otro fenómenos de la naturaleza.
Cuando, en la búsqueda de perder peso o de mantenerlo, tratamos de suprimir o de controlar artificialmente nuestro apetito se activa la respuesta de estrés… con una serie de efectos interesantes en el cuerpo (digo interesantes por no decir terribles).
En primer lugar, el apetito empezará a gritar con fuerza. A partir de ahí es fácil que entremos en un mayor estado de ansiedad pues comenzaremos a creer que somos débiles y no tenemos fuerza de voluntad, pues a pesar de estar tratando de controlar nuestra hambre, en realidad tenemos más… necesitamos comer ¡ya!
¿Puedes ver cómo esto es una locura? Es como si dijéramos que, de manera artificial (o con “fuerza de voluntad”), vamos a controlar nuestra sed. Cada vez que sintamos sed la trataremos de suprimir. Y cuando el cuerpo pida a gritos agua, entonces decidiremos que somos débiles de carácter, que no tenemos fuerza de voluntad, que hay algo mal en nosotros, porque no podemos controlar nuestra necesidad de tomar agua. Con todo respeto, así de idiotas nos escuchamos cuando queremos controlar nuestro apetito.
Además, la respuesta de estrés que se crea cuando el cuerpo tiene hambre y estamos tratando de sobreponernos a ella, va a producir más insulina y cortisol. Cuando ambas hormonas son secretadas en exceso de manera cotidiana, envían la señal de acumular el peso, acumular grasa y no construir músculo… que es exactamente lo opuesto de lo que queremos lograr al intentar suprimir el apetito.
¿Cómo les quedó el ojo con esta sorpresa metabólica?
Adicionalmente, al tiempo que nuestra respuesta al estrés nos está gritando que por favor consumamos más comida porque el cuerpo se está muriendo de hambre gracias a nuestros mecanismos artificiales de control del apetito, ese mismo estrés provocará que perdamos la capacidad de distinguir las sutilezas de nuestro apetito. El cuerpo sólo gritará “¡tengo hambre, dame lo que sea de comer!”
En esos momentos, ni tu mente ni tu cuerpo tendrán la sabiduría y la serenidad para decir: “Sería mejor que te relajaras, lo que ha ocurrido es que bajaste de forma drástica tu ingesta de alimentos, pero lo que necesitas es una rica ensalada y proteína y un poco de grasa saludable para sentirte bien de inmediato”.
¡No! En esos momentos de tanto estrés y de sentir que comer es una cuestión de supervivencia, el cerebro nos suplica comer CUALQUIER COSA. Y el resultado es que estaremos fisiológicamente impelidos a comer lo que sea, en ese mismo instante, sin importar lo que sea. Un cuerpo hambriento va a querer lo que sea, aunque sea una verdadera cochinada. En ese momento ya le da igual. Sólo quiere comer.
Desde una perspectiva psico-fisiológica, en momentos de hambre provocada por el estrés, el cerebro pierde su capacidad de discernir lo que es mejor para el cuerpo. Y por ello lo más probable es que nos demos un atracón precisamente del tipo de comida (usualmente chatarra o azúcar) que hacen que comamos de más, que tal vez después nos sienten mal y que al rato nos harán sentir culpables o débiles por haber “cedido” a la tentación. ¿No es una locura? Y con frecuencia se lo hacemos a nuestro cuerpo.
Pero no nos quedaremos sólo en el terrorismo verbal. Aquí viene el remedio:
Haz del apetito tu amigo
Deja de pelear
Deja de trabajar en tu contra
Dale la bienvenida a tu necesidad natural de comer
Busca darle a tu cuerpo la mejor calidad... y a tu mente y a tu corazón... a todo dale lo mejor
Dale vida a tu vida… y la vida te nutrirá con amor
¡Es hora de confiar!
¿De qué formas puedes darle la bienvenida a tu apetito?