top of page

Poner límites para cambiar patrones


¿Me puedes decir lo mismo de otra manera a fin de poder escucharte? ¿Cuántas veces nos cerramos a escuchar por la manera en que sentimos que nos dicen las cosas?

Cuando nos estresamos en mal plan, segregamos una serie de sustancias que nos hacen sentir tristes, desesperanzados, temerosos y que además hacen que sólo nos enfoquemos en todo lo malo que nos ha pasado, lo que nos han hecho o lo miserables que nos sentimos… y sentimos que no somos capaces de hacer algo con lo que hemos soñado, tal vez secretamente.

Esta incapacidad aprendida y esta sensación de que no somos valiosos o que no tenemos nada que dar al mundo, tiene repercusiones a nivel físico, en el cuerpo y en el cerebro, al aniquilar una serie de conexiones neuronales y cortar el suministro de sangre a los lóbulos prefrontales, por lo que les llega menos oxígeno y menos glucosa y nomás no funcionan.

Y entonces estamos como el jugador de basket que está encerrado en una caja de vidrio… por bueno que sea no va a poder encestar ni una pelota.

Y te dije que para lograr un cambio necesitamos describir para descubrir y también necesitamos cuidar nuestro lenguaje pues también con él creamos nuestra realidad.

La manera en como nos hablamos tiene un efecto en nuestra mente y en nuestro cuerpo… pero también la manera en como nos han hablado y hemos permitido que nos hablen… y que nos sigan hablando. Ya es hora de poner un alto a eso; no le permitamos a nadie, ni a nosotros ni a los que nos rodean, que nos den un reflejo negativo de nosotros.

Lo cual no quiere decir que no nos puedan señalar algo, pero ¡hay maneras!

¿Sabes cómo le hago yo? Primero me doy cuenta de cómo está reaccionando mi cuerpo ante ese comentario; hago un alto y respiro hondo; veo cómo lo siento; me percato de las sensaciones físicas, y de los sentimientos… y de los pensamientos que pasan por mi mente.

Todo esto ocurre muy rápido, lo que pasa es que decirlo se lleva mucho más tiempo, pero todo esto ocurre en segundos.

Primero, acredito que acaso la intención que yo percibo esté más en mí que en el otro. Pienso si acaso me lo estará diciendo por mi bien, o si yo CREO que lo está diciendo para burlarse o para divertirse a mi costa… o si en una de esas está viendo en mí lo que no está viendo en ella.

Y entonces decido que no voy a asumir nada y que mejor voy a preguntar; primero a mí y luego al otro. Y entonces me hago la pregunta como me enseñó un súper maestro… me pregunto ¿qué estará en juego para esta persona al decirme esto así? Y le doy el beneficio de la duda.

Y vuelvo a checar qué pasa con mi cuerpo y cómo estoy recibiendo eso… y si todavía no se siente bien, y desde un lugar de amor, tal vez le diga algo como: “Me está costando trabajo escuchar bien lo que me estás queriendo decir ¿me lo puedes decir de otra manera, por favor? ¿Crees que me puedas decir eso mismo pero de otra forma? Ayúdame, por favor, a poder recibir bien lo que me estás diciendo.”

En un principio a la gente le destantea que uno pueda ser tan claro y tan directo, pero cuando ven que lo estás diciendo desde un lugar de amor y pidiendo su ayuda, poco a poco van entendiendo que el mundo necesita más una retroalimentación positiva que la crítica y la descalificación… y que hay modos para decir las cosas, incluso el mejor consejo y con la mejor intención.

Y poco a poco todos vamos entendiendo que cuando decimos algo negativo de los demás o los criticamos o nos burlamos, en realidad estamos hablando de nosotros mismos, pero como tenemos tanto miedo de ver lo nuestro, tratamos de distraer la atención al señalar lo de otros de una manera poco amable, en tono de burla o de reclamo. Y vamos a echar un ojo a la forma en que nosotros les hablamos a los demás ¡Y A NOSOTROS MISMOS!

Esta estrategia tiene que ver con lo que antes dije acerca de “hacer algo”… “Acción”… poner límites… Tener claras nuestras prioridades (nosotros y nuestra felicidad, por ejemplo), dar la cara por nuestros valores (el amor, la tolerancia, el respeto, por ejemplo) y hablar con honestidad y con amor.

Ya no nos vamos a dejar chantajear ni manipular… ni tampoco nosotros lo haremos con otros… y mucho menos con nosotros mismos, por favor. Con esto vamos a empezar a desarrollar esa resiliciencia de la que ya hablé; esa capacidad de resistir las presiones en medio de una gran serenidad, y sin minimizar lo que nos está pasando. Esto nos va a ayudar a cambiar nuestros patrones de respuesta; dejaremos de ser como mi vecina La Llorandita… nos saldremos del Club de los Lloranditos.

Recuerda las cinco P’s: Práctica, Paciencia, Perseverancia, Propósito y Pasión… Y ten claro que es un proceso, que lleva tiempo, que no se logra todo de la noche a la mañana.

Pero hay que observarnos, respirar y darnos cuenta de qué tanto nuestra manera de responder obedecía a creencias inconscientes, qué tanto nuestra percepción de nosotros mismos obedecía a los mensajes que introyectamos del exterior… y qué tanto estamos dispuestos a dar el gran salto. Qué tan dispuestos estamos a hacer nuestra chamba, a regalarnos la posibilidad de llevar una vida más plena, con más brillo… y a darnos cuenta de que somos capaces de cambiar las creencias limitantes por otras que nos llevarán a explorar posibilidades escondidas y tal vez insospechadas… y a poder compartir nuestro potencial con el mundo, porque tenemos mucho que dar.

Si ya estamos saliendo del hoyo vamos a movernos de la zona de hoyos en nuestra vida para no caer en el mismo hoyo o en otro igual de profundo y desesperanzador; vamos a subir la montaña desde donde veremos con mayor claridad, donde podremos respirar en libertad y en realización.

Vamos a vivir nuestro proceso de transformación… vamos a darnos ¡otra oportunidad!

34 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page