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No esperes más tiempo para ser feliz


En la entrada de la semana pasada, vimos que uno de los arrepentimientos más mencionados por las personas en su lecho de muerte, es no haberse dado tiempo para ser felices. Incluimos un poema, falsamente atribuido a Jorge Luis Borges que ilustraba el concepto que queríamos demostrar. Si no lo leíste, haz click aquí.

Pues bien, Borges no es al único que le han atribuido escritos que le son ajenos. En esta ocasión te voy a mostrar la carta que supuestamente escribió Gabriel García Márquez.

 

Carta a mis amigos

Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más; entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.

A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.

Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.

He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.

Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría “te quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes. Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo.

Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.

Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles “lo siento”, “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces. Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan.”

 

Como con Borges, no importa tanto el nombre del autor o la autora de esta carta. En lo que debemos enfocarnos es en el mensaje.

No sé por qué las personas tendemos a dejar la felicidad para después. Siempre creemos que lo que ahora nos toca es enfocarnos en los temas “serios” de la vida, y que ya habrá tiempo más tarde para la felicidad.

Y es cierto que hay tiempo para sembrar y tiempo para cosechar, pero son ciclos que se van alternando. Siembras, cosechas, vuelves a sembrar y nuevamente cosechas, y así sucesivamente. Sería muy absurdo pasarte años y años sembrando y esperarte para cosechar a que llegue el momento ideal: cuando termines de estudiar, cuando te cases, cuando tengas hijos, cuando tus hijos se vayan de casa, en fin.

¿Y si ese momento nunca llega… o peor aún, y si tú no llegas a ese momento?

Sabemos el día que nacimos pero no el día que moriremos. Así que, ¿quién te garantiza que, si postergas tu felicidad, algún día podrás disfrutar de ella? Y mira que cualquier pretexto es bueno para no asumir una vida llena de felicidad.

No esperes más y empieza a vivir tu presente, tu hoy, que no sabes si habrá un mañana.

Si ya te decidiste a tener una vida en la que te sientas feliz, realizada, plena; una vida en la que brilles y te levantes cada mañana con el ánimo de vivirla ¡Felicidades! Ahora bien, quizás no estás segura de cómo alcanzar esta vida o tienes miedo de que, al cambiar, tus seres queridos se aparten de ti.

Déjame ser tu guía en este tu camino de transformación, donde aprenderás que, al ser la mejor versión de ti misma, serás un motivador para que los demás busquen también ser la mejor versión de sí. ¿No te parece que es una gran contribución al mundo?

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