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Hablemos de amor

Mónica Del Valle

En esta ocasión vamos a hablar del amor. Tema obligado en febrero en vísperas de la celebración del 14 de febrero.


Pero me gustaría hacerlo desde un lugar diferente al comercial y estereotipado que se maneja con tanto éxito en los medios y que, tristemente, ha permeado en nuestra cultura, a tal grado, que es difícil separarlo de asociaciones comerciales e infantiles, las cuales hacen que pierda su dimensión profunda como uno de los arquetipos más poderosos en la psique humana, instaurado en nuestro inconsciente colectivo desde hace varios siglos.



En primer lugar, quiero separar el amor romántico, que es el que se festeja en estas fechas, del Amor más universal. Y te quiero compartir una visión más amplia que la que nos suele llegar a través de los medios. Pero, más que desarrollar yo el tema, quiero sembrar semillas de interés y curiosidad para que tú profundices y llegues a tus conclusiones.


Para hablar del amor romántico te recomiendo un libro de un autor estupendo que se llama Robert A Johnson, y el libro se llama “We: Para conocer la psicología del amor romántico” que, a su vez, se basa en la historia de Tristán e Isolda como un reflejo de cuando los seres humanos nos vemos atrapados en la experiencia del amor romántico. Nos muestra aspectos de la psique masculina y femenina, y cómo venimos arrastrando una serie de conductas y formas de pensar derivadas de una cultura patriarcal, en donde los hombres buscan inconscientemente su lado femenino perdido, y las mujeres han asumido un rol secundario a partir de la idealización de lo masculino (raciocinio, poder, hazañas) a expensas de su lado femenino (sentimiento, afinidad y consciencia del alma).



Esto no quiere decir que lo femenino sea privativo de las mujeres ni lo masculino de los hombres, sino que nos muestra cómo se han llegado a caricaturizar tanto los roles y la asignación de sus características, que se asumen como “naturales” una serie de conductas y respuestas asignadas a un género específico, y se cuestiona cuando, precisamente, una persona se sale de los cartabones y estereotipos al buscar la expresión más plena de su ser y, por ende, de su manera de relacionarse románticamente. Dice Johnson que en el amor romántico es en donde “los hombres y las mujeres buscan significados, trascendencia, integridad y éxtasis.” ¿Tú qué opinas?


Como te decía, el amor romántico como lo conocemos y, en muchos casos, experimentamos, es una forma de amor, que no es ni remotamente la única ni la más plena. Damos por hechos una serie de conductas y sentimientos que asumimos como ciertas y que esperamos de nosotros y de las personas con las que entablamos una relación romántica. Y confundimos el amor con “estar enamorados” y confundimos los sentimientos de completud y plenitud que se experimentan al estar bajo ese efecto “luna de miel”, que creemos que es obligación de la otra persona darnos lo que nos hace falta y queremos sentir de forma perenne esa intensidad y ese sentido de vida que experimentamos al inicio de una relación.


¿Tú crees que ese amor que sentimos y nos enseñado que es “el bueno”, “el verdadero” es la única forma de amar y de trascender? ¿Cómo crees que a través del amor podemos llegar a la realización consciente?


Me encantará saber qué despierta en ti este Blog y te invito a leer el libro del que estoy hablando.


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