El sentido de esperanza del que te hablé en el blog pasado forma parte de ti, está en tu naturaleza, al igual que el amor y la compasión que radican en tu corazón.
Tal vez te preguntes cómo puede hacerse para acreditarlo y entonces hacer de la esperanza una fuerza vital. La respuesta es: con consciencia.
Una vez que la verdadera esperanza se activa tu realidad se transforma y el miedo y la incertidumbre desaparecen.
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La esperanza te hace fuerte y te da seguridad, y entonces empiezas a irradiarlo al mundo: te conviertes en una fuente de amor y de confianza. El filósofo Bernard Williams dijo que jamás hubo una noche o un problema que pudiera vencer al amanecer o a la esperanza.
Puedo entender, porque lo he vivido, que la duda y el miedo que se experimentan frente a la incertidumbre te paralicen y te impidan ver las opciones que tienes a tu disposición.
Incluso en medio de la duda y la indecisión es posible acreditar que dentro de nosotros hay un gran potencial creativo que nos permite afrontar cualquier situación y hacer uso de él para nuestro desarrollo y crecimiento.
Cuando, en el silencio, en la meditación, logramos conectar con este sentido de esperanza y de convicción de lo que podemos hacer, vamos adquiriendo cada vez más confianza y el miedo empieza a desaparecer.
Esto nos permite mirar a lo desconocido con calma y con claridad de mente y de espíritu y así podremos encontrar las oportunidades para crecer, evolucionar y estar cada vez más en paz.
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