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Escuchar el lenguaje del cuerpo


Si me siento mal lo único que quiero es que desaparezca la incomodidad para poder seguir con mi vida… No me pongan a pensar en nada…” ¿Te reconoces en esas palabras?

Acredita que tú, al igual que todos, somos seres humanos completos… no estamos defectuosos ni nos tienen que arreglar de algún defecto; somos seres con un propósito en un viaje de transformación en donde el alma nos habla a través de nuestros síntomas, de hábitos no deseados, de las diversas manifestaciones que en un momento dado nos incomodan… para que les presemos atención, pues tienen un mensaje profundo que comunicarnos.

Vamos a crear ese espacio para escuchar en lugar de tratar de eliminar lo que nos incomoda. Vamos a relajarnos, vamos a ver qué es lo que se quiere manifestar para la expresión de aquello a lo que estamos destinados a ser, y el síntoma, el malestar, la manifestación concreta, tal vez nos estén indicando el camino a seguir.

Recuerda: no hay nada malo en nosotros… no hay nada malo en nuestros achaques, en nuestros hábitos no deseados, en nuestros “males”.

Cuando ponemos atención y empezamos a hacer cambios encaminados a nuestro crecimiento, “curiosamente” nuestro ser empieza a sanar. Y por eso hay que ver más allá de los retos o problemas literales que tal vez tengamos con la comida, con nuestro cuerpo, con nuestra salud, con nuestras relaciones; vamos a explorar los mensajes ocultos que hay ahí.

Recordemos que la biología del cuerpo es un espejo de la experiencia del alma, y que al ser algo tan concreto, tan aterrizado, acaso sea el lugar en que primero podemos empezar a trabajar en el cambio de la forma de aproximarnos a nuestros patrones en todas las áreas de la vida. ¿Seremos capaces de ver nuestros problemas como una regalo, como una oportunidad de vida? Piensa en un reto en particular que ahora mismo tengas… ¿qué te estará queriendo decir? Recuerda… Describir para descubrir. Descríbelo en detalle ¡escríbelo! y ve qué descubres.

Recuerda… es un espejo. No te fuerces más allá de lo que poco a poco vas pudiendo hacer. Haz lo que puedas, pero con conciencia y siendo perseverante. A tu ritmo… a tu tiempo.

Relájate, haz ese espacio en tu vida para hacer una labor de exploración. Bájale dos rayitas a tu estrés ¿cómo? De nuevo: Consciencia… Percatación. Ponte atención. Silencia el parloteo de La Loca de la Casa.

Es más fácil decirlo que hacerlo, lo sé. Pero qué tal RESPIRAR HONDO… y fijarte, pues el estrés también es un espejo ¿Te sientes estresado en tu trabajo, en tus relaciones, con cosas que te enojan pero de las que no hablas? Todos esos factores de estrés conspiran en contra de que puedas relajarte y tal vez sean los causantes de aquello que te está haciendo sentir incómodo y que te están señalando hacia dónde debes voltear; hacia qué aspectos de tu vida requieren de otra oportunidad.

Igual y me dices, “Oye, Mónica, ¿pero cómo voy a saber de qué me está hablando esto? No conozco ese lenguaje” ¿Qué crees que te responderé? ¡Escribe!… parezco disco rayado (para los que todavía tiene sentido esta expresión, y a los más jóvenes se los dejo como un reto a averiguar).

Escribir… Describir para descubrir… Describe el síntoma. Imagina que le describes en detalle el síntoma a una marciana, que soy yo, y que no entiendo nada de conceptos, sólo entiendo cuando me dices cómo se siente “eso” en el cuerpo, las sensaciones… en dónde se localizan… su textura, su temperatura; si se mueven; si aprietan. No me expliques un concepto con otro concepto. Ese es el lenguaje, y lo vas a ir aprendiendo poco a poco. Eso es lo fascinante de este asunto… aprender el lenguaje del alma que se expresa a través de síntomas, de hábitos no deseados, de situaciones que nos incomodan. Empezar por describir, en detalle, es la clave para entender.

Aprender este lenguaje te permitirá hacer tu viaje de transformación personal; ese proceso fascinante que te permitirá expresarte en plenitud y ser la persona que estás destinada a ser.

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